El Dulce Veneno

¿Porqué creemos que hay que ser adultos para tomar conciencia de que lo que comemos repercute en nuestro cuerpo, en nuestro entorno y en nuestro planeta?

¿Son los niños inmunes al consumo de “porquerías”?

¿Realmente creemos que siendo adultos dejamos el consumo de golosinas o comida chatarra?

Desde el nacimiento de nuestro hijo Naim hemos ido modificando y experimentando nuestra alimentación basados en una tendencia naturista, evitando comida chatarra, procesada, industrializada.

Hoy logramos sostener una autodisciplina que nos permite disfrutar de un amplio abánico de alimentos y gozar de una buena calidad de vida. Es por esto que en nuestra dieta diaria nunca faltan las frutas, los vegetales y algunas semillas. Es fácil a la hora de hacer preparados, lavar los platos y hasta “limpiar nuestros intestinos”.

Sueño que cada vez son más las personas que experimenten este estilo de vida y a la hora de compartir siempre elijo por lo más sano. Es es los cumpleaños en donde surgen las sorpresas...

Naim cumplía 4 años y como siempre, quise agasajarlo con una rica torta. Se me ocurrió que si le ponía muchas almendras y frutas nadie podría resistir, y en efecto a los adultos y a mi hijo les ha encantado... y si bien no eran muchos los niños que estaban, a ninguno le gustó, sin contar a los que ni la probaron.
Entonces comienzan mis preguntas internas, ¿que pasa con los niños? ¿porqué no les gustó la torta? Naim me escucho y respondió: es que ellos querían comer porquerías.

Los hijos vienen a enseñarnos, y aquí aprendí una lección, podemos pensar en la pa


labra “porquería” como negativa, desagradable o un tanto grosera, pero si vamos a la etimología de la palabra vemos que viene del latín porcarĭus y ésta de porcus = puerco, y en el diccionario aparece como “Cosa para comer que no tiene alimento, generalmente con un sabor agradable, que se come por capricho o sin necesidad”.

La mayoría de los adultos por su forma de actuar, parecen convencidos de que los niños son inmunes al consumo de porquerías, claro que sus cuerpos son muy resistentes, estan en pleno desarrollo, por eso necesitan los mejores nutrientes. Pensemos en que son pequeñas plantitas que sobreviven, pero de acuerdo a la fertilidad de la tierra y a la calidad de agua y nutrientes que reciban poducirán raices fuertes, profundas y frutos dulces.
Ayudemos a los niños a alimentarse sanamente, la infancia no es sinónimo de inconciencia. Para ello lo mejor que podemos hacer es dar el ejemplo.

Existe una infancia sin golosinas, sin chicles, sin carne, sin leche, sin porquerías... existe esa clase de infancia conciente y feliz.

Niños o adultos, todos somos grandes por dentro, vivamos la transformación constante en un estado de salud y plenitud. Los niños, nosotros, todos, necesitamos el alimento real, aquel que nos provee la naturaleza para nutrirnos de verdad.